Por Elena Herbón Wedeltoft
En una escuela, cada acto es pedagógico. Este encuentro, la forma en que muchos nos vemos en la cotidianeidad, trayendo o retirando a los niños cada día, parece ser algo habitual, rutinario: pequeñas reuniones o grandes reuniones hacen que podamos ejercer este acto pedagógico todos. Cada gesto, cada palabra, cada música o canto, cada bocado que compartamos forma hilos invisibles luminosos, alegres en el entramado de nuestras vidas unidas por los niños. A mí me asombra pensar en los millones y millones de años que tiene la tierra en su evolución, en los inconmensurables puntos del planeta, en la cantidad de circunstancias de las vidas propias que hubieran podido estar en cualquier lugar, en cualquier tiempo, y se encuentran en este Clara de Asís, se conocen y se reconocen como partícipes de la idea de la educación waldorf. Es realmente maravilloso mirarnos a los ojos y preguntarnos ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué queremos desarrollar? Y ver destellar en esos ojos la chispa del espíritu que cada uno lleva para iluminar su camino y el de los demás. Por eso es que cada encuentro es pedagógico, casi demasiado importante para comprenderlo en toda su magnitud.
La cuestión Social
La Peña es una oportunidad para vernos, para hacernos conscientes de la interacción social. No una superficial, sino para plantearnos como seres humanos cómo hacer viva esta vida social, cómo conformar un organismo vivo y sano.
Si reflexionamos nos damos cuenta de que no tenemos aún en el proceso evolutivo humano la capacidad de percibir y vivir lo social. Siendo honestos, miramos dentro nuestro y siempre encontramos el pícaro egoísmo que se infiltra en nuestro contacto mutuo. “La propia quintita”, como dice el hablar popular.
Pero hasta que el interior no crezca hacia el altruismo, la solidaridad y la fraternidad, tenemos que encontrar las pautas, las estructuras que nos contengan. ¡Hagámoslo!
Pluralidad Padres-Maestros
Sabemos que Rudolf Steiner se ocupó mucho de la cuestión social. Por eso es una gran suerte que padres y maestros puedan asistir al Seminario dictado en la escuela, porque eso hace que hablemos el mismo idioma, tengamos las mismas metas y, con mayor o menos éxito, vayamos desarrollando, dando vida a una visión del trabajo del uno con el otro, del uno para el otro, que sintamos como progreso y como forma de vivir la sociedad que deseamos para los niños y jóvenes que han puesto sus vidas en nuestras manos.
La acción social
Recibimos del mundo, llamémosle superior, la materia para convertir en actos, en resultados, lo que del yo fluye a la cabeza, al sentimiento, y sale por las manos con resultados visibles.
Padres y maestros podemos pensar juntos, planear acciones para mejorar el organismo escuela. Juntos podemos sentir, sopesar lo que es mejor, más conveniente para esta esfera cultural.
Y juntos podemos poner manos a la obra transformando la materia en ambientes u objetos que rodearán y acompañarán a los niños. A los de hoy y a los que continuarán el camino; y esto dando y recibiendo en todos los planos de acción.
Ver lo invisible
Y en este desarrollo de lo social en comunidad, los ojos del alma podrán ver la cúpula luminosa del tejido que, como compañeros de tiempo y lugar, “milagrosa y casualmente” hemos tejido juntos para el abrigo y la protección de la tarea educativa, que, vivida así, es abarcativa a niños, jóvenes, adultos, con los Maestros y Padres como conscientes de lo que estamos haciendo.