Después de haber fundado una escuela en San Isidro y contribuido a su crecimiento por veinticinco años, una maestra Waldorf, Elena Herbón Wedeltoft decide mudarse a Ing. Maschwitz con el deseo de disfrutar de una vida en la naturaleza y escribir cuentos para niños. Pero poco a poco, a Maschwitz van llegando familias con niños que tienen el deseo de que los hijos puedan disfrutar de este tipo de educación sin viajar en transportes, pudiendo vivir en la escuela una vida en la naturaleza como la que ellos buscaban al trasladarse aquí.

Con pocos recursos y mucho amor, se abre en 1993 el jardín de infantes en una casa alquilada. Los pequeños traen hermanos y amigos mayores que piden por la escuela primaria. Así se abre en 1997 un primer y tercer grado y, con mucho cuidado se va agregando cada año un nivel más a la enseñanza, hasta llegar al día de hoy, con los tres niveles: Jardín, Primaria y Secundaria.

En 1998 la Asociación Civil que respalda la escuela, puede adquirir, gracias a donaciones, un terreno que satisface plenamente el deseo de preservar la vida en la naturaleza. Casi tres hectáreas, con árboles añosos, nos rodean. El edificio existente se va adaptando a las necesidades, no sólo prácticas, sino también estéticas, acompañando con su forma y color las etapas evolutivas de los niños.

El cuerpo docente se fue conformando con maestros de clase y profesores de formación Waldorf, artistas plásticos, músicos, euritmistas que se unieron con entusiasmo al creciente impulso. Un Seminario de Formación docente Waldorf acompaña el interés de los adultos, ya sean padres o maestros.

La realidad nos acercó niños con necesidades especiales, que fueron integrados a los grupos de clase, acompañados por la especial atención de profesionales estables, que se ocupan de atender a estos niños en sus particularidades.

El trabajo con los padres fue siempre uno de los pilares que sostiene la escuela, en común con el de los maestros, por considerar que padres, niños y maestros deben compartir trabajos y conceptos comunes, pues ello es lo que le da coherencia a esta tarea. El presente del impulso es óptimo y lleno de proyectos tal como lo fue en sus comienzos. Aquella semilla que quiso ser árbol, hoy extiende sus ramas, su sombra y su salvia con inmenso agradecimiento.