Los cumpleaños

Por Elena Wedeltoft

Con emoción, alegría y preciosas imágenes de aquel día, los padres recordamos el momento en que el esperado ser dejó de ser un imaginario y pasó a ser un pequeñito de carne y huesitos, cálido, tierno, acariciable. Con el asombro que ninguna ecografía podría darnos, sentimos el ser, el individuo en germen que acababa de encarnar poniéndose a nuestro cargo por unos cuantos años.

El pequeño crece, y es una alegría revivida cada año en que recordamos el día de su llegada. Los primeros tres años, poca conciencia tendrá el Yo de este niño de su día especial, y en esos primeros años, la fiesta ha de tener el sosiego, el amor de los papás, abuelos, tíos y algún primito o hijos de amigos de los papás. Una torta con una vela, una canción y un cuentito corto contado con amor, será suficiente.

Más tarde, a partir de los cuatro años, las cosas se irán modificando: sería bueno considerar que los invitados, por lo general, no deben sobrepasar la cantidad de años que el niño cumpla. Es importante festejarlo el preciso día del nacimiento, no trasladar el festejo a otro día por motivos de organización.

Antes de cada cumpleaños hay una semana vivida con expectación y excitación por el niño. Es importante ir contándole su “biografía” cada día, realzando lo de “el día en que llegaste a la tierra, a nosotros…”

En esa semana se pueden ir preparando los “regalitos” para quienes van a venir. Lanas, cáscaras, semillas, pequeños tejidos, pompones, etc. Siempre pensando en quien será el destinatario, y hacerlos con los niños hablando de él o la amiga o pariente que lo recibirá.

Se pueden ir haciendo panes, masitas, luego jugos o alguna bebida fresca para los sedientos. Es importante que el del cumpleaños participe en los preparativos.

Pensar en la fiestita como en una respiración. Habrá momentos de mucho alboroto, que los mayores podrán equilibrar casi sin intervenir, poniendo a disposición disfraces, muñecas, telas, troncos, maderas, sogas y todo elemento para que puedan inventar juegos. La imaginación de los niños es extraordinaria si se ponen elementos a disposición. Evitar los gritos, la música estruendosa y, cuando haya que intervenir por un descontrol, hacerlo con voz calma, grave y, con tranquilidad, distraerlos hacia alguna otra actividad

Siempre habrá que preparar el sosiego de un cuento, para el cual podrán los papás pedir el asesoramiento de la maestra o maestro para que el tema sea adecuado a la edad del cumpleañero.

Si nos animamos, la magia de un teatro de títeres o marionetas, según la edad, sería maravilloso, un estupendo regalo de amor para el niño que aquel día especial, comenzó a vivir en la familia.

La figura de los adultos es de gran significado para el grupo de niños y hay que tener en cuenta que al adulto se orientan, así que los papás o los abuelos u otros deben estar atentos y, tal vez, realizar alguna tarea en la que los niños puedan “prenderse”: coser unas telitas, dibujar, construir con madera o papel autitos, botes, casitas. Ellos imitarán y tendrán el punto de partida para pasar un rato alegre, divertido y… educativo.

¿Por qué no?