
Pocas escuelas en el mundo tienen el privilegio de contar con una hectárea completamente dedicada a la Naturaleza. Un espacio que permite adentrarse en la tierra y ver los frutos del trabajo. Ver a los animales vivir en paz. Escuchar a los pájaros, ver el rocío convertido en manto blanco de escarcha, sentir los elementos plenamente. En un mundo cada vez más alejado de lo natural, nuestra granja es una bendición, más allá de todo lo que hay por mejorar.
Gracias a quienes la cuidan con amor y dedicación. Los niños y jóvenes se llevan las vivencias en este espacio, como tesoros escondidos en la profundidad del alma.



