Sin emoción no hay aprendizaje. Esta frase, hoy día tan conocida, es la clave de toda enseñanza en la primaria Waldorf. Rudolf Steiner enfatizó la importancia de que los niños se puedan vincular afectivamente a los contenidos académicos.

En este caso concreto, que la enseñanza de la lectoescritura no sea un proceso frío y abstracto, sino un proceso creativo lleno de vivencias. Para ello sugirió comenzar de la manera en la que la propia humanidad adquirió la escritura, es decir, partiendo de una imagen que evoluciona hacia el grafismo de la letra.

En sus ciclo de conferencias “El estudio del ser humano como base de la educación”, conferencia no 11 y en “Metodología de la enseñanza” propone revitalizar la actual escritura, que hoy es solo una convención de símbolos, redescubriendo las cualidades que antaño tuvieron los fonemas y grafías. Propone una metodología no intelectual sino integral y desde el arte, que implique al cuerpo y a las emociones; que integre el dibujo, la narración, la recitación y la música.

Recalca la diferencia entre vocales y consonantes, describiendo cómo a través de las vocales, el humano expresaba su mundo interior y la emoción que le producía el mundo exterior. Este principio es aún palpable en las exclamaciones.

Por ejemplo al decir ¡Ah!, expresamos admiración y alegría, mientras que ¡Eh! puede crear distancia o marcar límite.

Diferente es el caso de las consonantes. Rudolf Steiner sugiere que éstas imitan procesos del mundo exterior, que surgieron de la imitación de objetos, actividades y procesos de la naturaleza. Por ejemplo, la /M/ nos recuerda a una montaña. La /T/ nos recuerda a una torre. La /F/, al fuego.

Vocales – simpatía (el alma va hacia el mundo)

Consonantes – antipatía (el mundo va hacia el alma)

Por esta razón Rudolf Steiner nos sugiere enseñar vocales y consonantes con una metodología algo diferenciada.

En esta segunda unidad didáctica comenzamos por las 5 vocales, concluyendo con la M como primera consonante y dejando la tierra fértil para la siguiente época de consonantes.

Enseñamos las vocales a través de las emociones que cada una representa.

La forma de cada vocal coincide con su gesto emocional, expresado a través de nuestros brazos. Si sacáramos una foto a la emoción de la vocal plasmada en ellos, reconoceríamos la forma de la letra a la que representan.

Por ejemplo, si amorosamente me acerco a algo y digo ¡Oh, qué bonito! Formando un círculo con mis brazos, como queriendo abrazarlo, ya tengo la forma de la letra “O”. Si abro los brazos con admiración y sorpresa, tengo el ángulo de la letra “A”.

Estirando paralelamente los brazos, en un gesto de respeto y veneración, tengo la forma de la “U”, señalando algo con interés, la “I”.

A partir de esta indicación metodológica, en las escuelas Waldorf cada maestro utiliza su imaginación para crear historias donde aparezcan estas emociones y exclamaciones.

En el caso de este primer grado, el cuento es una aventura de 4 hermanos con cualidades bien especiales en relación a los 4 temperamentos descritos por Rudolf Steiner, que en su camino en la búsqueda del castillo de la sabiduría se encuentran paulatinamente con cinco ángeles que regalan cada cual una vocal, con las características emocionales de la vocal que cada uno representa.

Lo importante es que para cada vocal contemos una pequeña historia donde aparezca la emoción característica de dicha vocal y el consiguiente gesto corporal en el personaje elegido.

Los niños se involucran con cada sonido, cada grafema, cada cualidad en cuerpo y alma, como una unidad, una totalidad, y no solamente como un concepto aislado.

Nuestra ronda incluye, como dije anteriormente, entre otros elementos, rimas con movimiento. Estas sirven para vincular la imagen del grafismo, con su fonema y correspondiente cualidad.

También sirven para recapitular aspectos lingüísticos y sensoriales: buena oralidad, conciencia fonológica y discriminación auditiva. Y además, para los aspectos motrices mencionados: coordinación visomotora, motricidad fina, lateralidad, geografía corporal y orientación espacial.

Consiguiendo una unidad entre símbolo, sonido y cualidad a través de la imagen y la narración, y añadiendo suficientes actividades de Rimas con movimiento y dibujo de formas, otorgamos a los niños la posibilidad de aprender las letras de modo más eficaz y profundo.

Una posible continuación del cuento de los hermanos en su camino al castillo de la sabiduría para presentar la M:

En el camino atravesaron grandes montañas, que en invierno se cubrían de nieve y los niños jugaban tirándose de las laderas con trineos. Sin embargo, era el otoño una de las mejores épocas para hacer paseos y llegar hasta los picos más altos. Las laderas estaban pintadas de mil colores y la brisa fresca ya soplaba. Ese domingo de mañana, antes del viaje, la mamá pensó que, como era un buen día para ir de caminata a la montaña, necesitarían provisiones. En una mochila y metió manzanas, moras, maníes, mermelada, un melón, un mantel y una manta, para hacer una buena merienda. Temprano salieron todos de marcha. 

Primero subieron hasta lo alto de una montaña y bajaron por el otro lado de la ladera hasta llegar a un valle. Allí pararon a descansar, se sentaron sobre las mantas, y extendieron el mantel donde sirvieron la merienda. Los niños tenían tanta hambre, que no paraban de exclamar:

-Mmm, magdalenas, mmm moras, mmm manzanas, mmm melón, mmm maníes…

Después, recogieron todo y siguieron caminando. Subieron por el otro lado del valle, hasta llegar a la cima de otra montaña y volviendo la vista vieron la imponente montaña en la que habían merendado. Al seguir viaje, siempre recordaban aquella maravillosa merienda y decían:

Mi mamá me mima mucho

y me da ricos manjares.

Mmm melón, mmm moras.

De la imagen de la montaña surge la “M”. Las montañas nos regalan la letra “M”. Dibujamos las montañas, y de su imagen luego extraemos el grafema del fonema mmmm.

Bibliografía

  • “Leer y escribir” Tamara chubarovsky
  • “Metodología y Didáctica, el arte de educar, tomo 2”. Rudolf Steiner. Editorial Antroposófica.