
¿Qué significa ser docente?
Mi mamá es docente de nivel inicial, ya jubilada. No solíamos irnos de vacaciones, nuestros veranos se sucedían en las calurosas horas dentro de la escuela, mientras mi mamá y sus compañeras lijaban, pintaban, arreglaban techos, tenían reuniones interminables y criaban sus niñas y niños en un mismo espacio. Aquellas mujeres solían decir entre risas que, a sus hijas e hijos, lo criaba el patio de la escuela, tantas eran las horas que pasábamos allí.
Durante el año lectivo no cambiaba mucho, no todas podían afrontar los gastos de pagar una niñera, así que los casi once hijes éramos cuidados y criados por todas ellas. Las paredes y árboles de la escuela eran nuestro espacio de juego, hasta que, cansados, nos sentábamos a esperar a nuestras madres con las rodillas raspadas, afuera de las reuniones. Desarrollamos una paciencia de niños digna de admiración, hasta que, ganados por cansancio, hambre, o porque habíamos tenido una pelea, asomábamos las caritas con mirada de desaprobación por el horario. -Mamá, ¿cuándo nos vamos?
El significado de ser docente, no lo sé, a veces creo que es una lucha contra la corriente, son mañanas cargadas de canastas llenas de cosas, desde flautas y maderitas para juegos, hasta tarta de zapallitos para enfrentar las largas jornadas.
De más grande estaba convencida, yo no iba a ser docente. Mamá no era la única maestra de la familia, tíos y tías ejercían la misma profesión. Yo me mantenía en mis trece. Docente no iba ser.
Mamá pasaba los fines de semana planeando actividades, ayudándonos con las tareas y recorriendo las calles de tierra en busca de palitos para hacer juguetes con los niños de jardín. Practicaba a la noche los cuentos para sus alumnos en voz alta, porque no les leía, les relataba, aunque eso implicaba ser interrumpida treinta veces por sus dos niñas que le indicaban que así no era el cuento, que eran siete cuervos los príncipes encantados, no seis. Nos sabíamos de memoria cada cuento, punto por punto.
En mi casa de infancia se hablaba mucho de política y docencia, mi papá movía mucho las manos mientras explicaba a jóvenes llenos de inquitudes cuáles eran las pujas distributivas en la Argentina a lo largo de su historia. Historia, política, docencia, eran los temas recurrentes.
La pregunta sobre qué significa la docencia no la sé, no creo saberla. Hay un no se qué que la distingue del resto de los trabajos, porque está claro que no fui criada por trabajadores, fueron docentes, los cuales se creían por fuera del mundo. A veces con un ego enorme, como si ellos fueran los soles, indispensables en la vida de niños y adolescentes. Otras, con la cabeza baja, aclarando que nunca llegaban a cumplir con lo esperado.
Las experiencias de mi vida me han acercado a ciertos rasgos característicos de la docencia, por lo menos de la que vi y viví como ejercida. Compromiso, trabajo sobre sí mismo y mirada atenta a las necesidades del niño o joven. Mucho amor, a contramano de lo que pretende una sociedad casi siempre indiferente al trabajo docente. Felicitados los días del maestro y maestra, repudiados si ponían un límite. Criticados si se iban de vacaciones, celebrados por su “sacrificio”.
Y, sin embargo, yo veía volver, cada mañana a maestras llenas de risa, con las canastas repletas de cosas y con una fila de niños-patitos de caras dormidas detrás de ellas.
Ser docente es eso, volver. Como volvía mi mamá cada mañana, cada semana, cada año, para ser la “Maestra María”.
Juana Ferguson
Hija de una maestra
Ex alumna, recibida del Clara de Asís
Estudiante del profesorado de Historia
Maestra ayudante de tercer grado