
La forma es la huella del movimiento. Por eso es FUNDAMENTAL hacerla en el piso con una soga y caminarla, en la mesa con lanas y pasar el dedo, en la tierra, en masa como hizo Felipe, en el aire con el dedo, en un pizarrón, en una pared o en hojitas de otoño, antes de llevarla al papel. En el papel la hacemos primero en pasta rosa suave. Luego la repasamos con la gama del día de la semana.
Las formas combinan curvas y rectas, puntos y cruces. Las formas continuas refuerzan el cuerpo vital. En las formas con “cortes”, la mano se detiene y “salta” para continuar. Aquí aparece el yo. Al igual que en los cruces. Allí exigen mayor precisión y presencia. Y un pequeño “despertar” que nos va sacando de la ensoñación.
Así, el trabajo de formas acompaña esta etapa del desarrollo para la salud y para reforzar este paso del Rubicón.
Toda propuesta tiene un trasfondo pedagógico. Es pensada con amor para acompañar a los niños y niñas en su desarrollo hacia una vida plena.